Quien decide viajar a uno de los Países del Este que se olvide de encontrarse con ciudades modernas de estilo occidental. Son países muy distintos, que han sufrido el peso de una historia muy dura y dramática, de múltiples cambios e invasiones, huellas que se ven incrustadas en los corazones de sus metrópolis y en los rostros de sus habitantes. Es imposible disfrutar de estos países sin conocer y sentir dentro de uno mismo las sensaciones de su increíble historia, cultura, tradiciones y folklore. Si partimos de esta base, descubriremos que Bulgaria es un mundo lleno de apasionantes maravillas, porque aparentemente fría y distante, es un alma cálida con un gran corazón humano que abre su hospitalidad para acoger al aventurero avidoso de nuevas experiencias. Bulgaria fue habitada por diferentes naciones a lo largo de los siglos: tracios, romanos, bizantinos, eslavos, proto-búlgaros y turcos. En consecuencia, incorpora un vasto universo de testimonios arqueológicos, culturales e históricos, un inmenso legado al que hay que añadir las influencias rusas y las propias búlgaras. Por todo ello, en Bulgaria, se mezclan muchos contrastes, radicales por una parte y curiosos e inquietantes por otra; al tratarse de un país situado en medio de una estrategia geográfica, los Balcanes, ha sido invadido, saqueado y devastado multitud de veces, que siempre ha tenido que luchar por su supervivencia; por este motivo, el símbolo de Bulgaria es el león que rompe las cadenas del yugo invasor. Bulgaria ha sido siempre una nación con deseos de libertad y actualmente, pugna por salir de su pasado histórico y reconstruir una modernidad que le fue negada por su cruento pasado. Almas de piedra y metal muestra un claro reflejo de esa fuerte psicología latente, donde los distintos artistas forjadores han sabido crear multitud de sentimientos contrastados y dramáticos para dejar un legado artístico y cultural inalterable en el paso de los tiempos. Esta colección es el resumen de mi impacto visual por este periplo de mágicas tierras donde el rugido indomable y legendario del león búlgaro retumba como un eco eterno que busca su lugar en la historia.
Karl Flaqué Monllonch.-
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