La guerra es un asunto de importancia vital para el Estado; un asunto de vida o muerte, el camino hacia la supervivencia o la destrucción. Por lo tanto, es imperativo estudiarla profundamente. Hay que valorarla en términos de cinco factores fundamentales, y hacer comparaciones entre diversas condiciones de los bandos antagonistas, de cara a determinar el resultado de la contienda. El primero de estos factores es la política; el segundo, el clima; el tercero, el terreno; el cuarto, el comandante; y el quinto, la doctrina.
El arte de la guerra se basa en el engaño, esdecir, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca. Poner cebos para atraer al enemigo. Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico, intentar irritarle. Si es arrogante, tratar de fomentar su egotismo. Si las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una reorganización, intentar desordenarlas. Si están unidas, sembrar la disensión entre sus filas. Atacar al enemigo cuando no está preparado, y aparecer cuando no te espera. Estas son las claves de la victoria para el estratega.
Uno de los grandes aliados de ciertos ejércitos que, en principio, parecian inferiores a sus adversarios, ha sido controlar la contienda ayudándose de los factores climatológicos, arrastrando al adversario a una trampa de desgaste físico y moral, de inutilización de su maquinaria bélica, en definitiva, de conducirle hacia una caida mortal total economizando los propios medios; tal son los caso de Napoleón en su Campaña de Invierno contra Rusia y la de Hitler en su obstinación de conquistar ese mismo país. Los planes de Napoleón y Hitler, fracasaron por errores graves antes de la llegada del invierno, pero hay que reconocer, que los estragos causados por el hielo y la nieve, el denominado GENERAL INVIERNO, terminaron con dos grandes maquinarias bélicas.
Sin lugar a dudas, el medio ambiente en esas latitudes subárticas son un factor importantísimo a tener en cuenta en operaciones militares como las emprendidas por Napoleón y Hitler: frío extremo; mantos de nieve muy profundos; días muy cortos; en ciertas zonas, densos bosques de coníferas; escasa densidad de población (pocas posibilidades de encontrar cobijo en edificaciones existentes); pocos y malos caminos. Bajo este panorama medioambiental las consecuencias son terribles: restricción en la movilidad de las fuerzas, limitación del apoyo logístico, mantenimiento de caminos para remover la nieve o compactarla, se requieren medios de transporte de huella ancha o sobre patines, alimentación, enfermedades, moral, etc. La infantería se agota en las caminatas sobre la nieve. Las tropas deben estar equipadas con esquíes. El personal requiere cobijo adecuado y si no se encuentra disponible deben proveerse de manera portátil. Las bajas por congelamiento pueden exceder las bajas en combate a menos que las tropas tengan la ropa adecuada, incluyendo guantes y zapatos especiales. Los heridos deben ser retirados del frente a hospitales de campaña bajo techo para evitar que hasta las heridas menores causen la muerte por exposición. Se requieren lubricantes especiales para las armas y los vehículos. Se deben proveer medios para evitar que los motores y las armas se congelen. Como ejemplo veámos algunos aspectos del fracaso alemán en Rusia.
Los resultados devastadores que resultaron de la exposición de las tropas alemanas a latitudes como las de Moscú y Leningrado, con ropa inadecuada, sin protección contra la intemperie y con fuentes de aprovisionamiento situadas a enormes distancias, fueron tan variadas que es prácticamente imposible tomar una sola batalla como ejemplo, que grafique esa situación en conjunto.
En 1941, el invierno llegó a Rusia antes de lo esperado. Al comienzo, eso no fue adverso para las tropas alemanas sino beneficioso porque acortó la época de la "Rasputitza", el período de fuertes chaparrones que dos veces al año convierte los caminos del norte y centro de Rusia en lodazales. Normalmente la nieve comienza a mediados de noviembre en el centro de Rusia y el frío intenso la segunda quincena de diciembre. Pero en 1941, la temperatura bajó a niveles bajo cero en noviembre congelando los caminos, lo que favoreció la marcha de camiones, Panzers y vehículos blindados.
Hay controversias sobre las condiciones climáticas en Rusia en el invierno de 1941-1942. El General von Bock, comandante del grupo de Ejércitos Centro, dice en su diario que el 5 de noviembre de 1941 la temperatura bajó a -29°C y Albert Seaton dice que el 24 de noviembre estaba en -30°C. Por su parte el General Zhukov dice que en noviembre las temperaturas en Moscú se mantuvieron estables entre -7° y -10°C. Otros informes del servicio de meteorología ruso dicen que en noviembre de 1941 las temperaturas en el área de Moscú fueron de -17.3°C. Otros informes indican temperaturas de -40° y al menos uno de -53°C.
Hay que tener en cuenta que los valores absolutos de temperatura son irrelevantes porque un soldado vestido inadecuadamente de hecho puede sufrir de congelamiento a temperaturas apenas inferiores a -10°C. La altura de la nieve en el área de Moscú-Leningrado según el General Emerenko fue de 70 cm a 1,5 metros. Tal cantidad de nieve dificultó la marcha de las tropas alemanas, pero también lo hizo con las tropas rusas. Al menos en Demyansk, la nieve impidió que las tropas alemanas cercadas fueran aniquiladas por los rusos quienes se vieron impedidos de poder continuar el ataque.
El exceso de confianza de Hitler le hacía pensar, que en otoño finalizaría la campaña en Rusia y que podría retirar dos tercios de las divisiones manteniendo el resto como fuerzas de ocupación en Rusia. La ropa de invierno, en número suficiente para satisfacer las necesidades de sólo un tercio de las fuerzas, llegó demasiado tarde debido a las enormes dificultades que la Wehrmacht experimentaba con el transporte. El 30 de noviembre, von Bock le informaba al Mariscal de Campo von Brauchitsch, que los abrigos de invierno para las tropas no habían llegado y que la temperatura era de -45°C.
Tres semanas después el General Guderian le informaba a Hitler que la ropa de invierno no había llegado a sus unidades y que había perdido más del doble de sus hombres debido al congelamiento, que debido a las acciones del enemigo. Esa conversación obligó al Partido Nacionalsocialista a iniciar una recolección de abrigos, en especial mantas y esquíes en las ciudades alemanas. Mientras tanto, las tropas en el Frente del Este se veían forzadas a quitarle la ropa a los cadáveres enemigos y a improvisar botas y otras medidas de emergencia.
Al finalizar el año, la Wehrmacht sufrió 100 mil casos de congelamiento, más de 14 mil con necesidad de amputación y al finalizar ese invierno las bajas alemanas sumaban 250 mil, con más del 90% por casos de congelamiento de segundo y tercer grado. A eso se sumaron miles de casos de neumonía, gripe y pie de trinchera. El impacto de esas cifras fue enorme, aunque los soviéticos habían perdido 1 millón de hombres, entre muertos, heridos y capturados para diciembre de 1941, todavía eran capaces de obtener reemplazos de su enorme población asiática. Por el contrario, las bajas alemanas, al 26 de noviembre, fue de 375 mil muertos, perdidos en acción e incapacitados y eran irreemplazables. En abril de 1942, las pérdidas alemanas fueron de 625 mil hombres.
El ejército soviético estaba mejor preparado que sus oponentes. Las tropas siberianas que atacaron a las titiritantes tropas alemanas de la 35 División de Infantería en Moscú, tenían guantes, chaquetas y pantalones acolchados, gorras de piel con orejeras y botas de fieltro. Pero la llegada del invierno a destiempo también tomó de sorpresa a los mandos soviéticos. El 9 de noviembre, el Mariscal Kirill Meretskov revisó a las tropas que habían perdido el pueblo de Tikhvin encontrando que aún tenían ropa de verano. Pero los soviéticos tenían los uniformes de invierno listos para ser distribuidos y pronto todas las tropas estuvieron ya adecuadamente equipadas.
Pese a la excelencia tecnológica de sus fuerzas mecanizadas, el ejército alemán dependía en gran medida de la tracción animal, tanto para el acarreo de artillería como para el transporte de suministros. El error fue, que los caballos utilizados eran europeos que no pudieron resitir las inclemencias del clima ni podían hacer el esfuerzo necesario para realizar el trabajo en la rasputitza y en la nieve. La mayoría de los caballos murieron por congelamiento. Por su parte, los rusos disponían de los ponies, caballos siberianos de corta alzada y extremadamente fuertes capaces de soportar las gélidas temperaturas subárticas, con sólo protegerlos del viento durante las horas de descanso. Pronto los alemanes tuvieron que echar mano a esos ponies y a los trineos rusos llamados en general “panjes” por los alemanes.
La fotografía aqui mostrada es una estatua que refleja el valor y experiencia ante el frío de un soldado ruso. Imagen capturada en Sofia, Bulgaria.
El arte de la guerra se basa en el engaño, esdecir, cuando es capaz de atacar, ha de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si está cerca del enemigo, ha de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca. Poner cebos para atraer al enemigo. Golpear al enemigo cuando está desordenado. Prepararse contra él cuando está seguro en todas partes. Evitarle durante un tiempo cuando es más fuerte. Si tu oponente tiene un temperamento colérico, intentar irritarle. Si es arrogante, tratar de fomentar su egotismo. Si las tropas enemigas se hallan bien preparadas tras una reorganización, intentar desordenarlas. Si están unidas, sembrar la disensión entre sus filas. Atacar al enemigo cuando no está preparado, y aparecer cuando no te espera. Estas son las claves de la victoria para el estratega.
La guerra vuelve estúpido al vencedor y rencoroso al vencido.
FRIEDRICH NIETZSCHE
FRIEDRICH NIETZSCHE
Uno de los grandes aliados de ciertos ejércitos que, en principio, parecian inferiores a sus adversarios, ha sido controlar la contienda ayudándose de los factores climatológicos, arrastrando al adversario a una trampa de desgaste físico y moral, de inutilización de su maquinaria bélica, en definitiva, de conducirle hacia una caida mortal total economizando los propios medios; tal son los caso de Napoleón en su Campaña de Invierno contra Rusia y la de Hitler en su obstinación de conquistar ese mismo país. Los planes de Napoleón y Hitler, fracasaron por errores graves antes de la llegada del invierno, pero hay que reconocer, que los estragos causados por el hielo y la nieve, el denominado GENERAL INVIERNO, terminaron con dos grandes maquinarias bélicas.
Sin lugar a dudas, el medio ambiente en esas latitudes subárticas son un factor importantísimo a tener en cuenta en operaciones militares como las emprendidas por Napoleón y Hitler: frío extremo; mantos de nieve muy profundos; días muy cortos; en ciertas zonas, densos bosques de coníferas; escasa densidad de población (pocas posibilidades de encontrar cobijo en edificaciones existentes); pocos y malos caminos. Bajo este panorama medioambiental las consecuencias son terribles: restricción en la movilidad de las fuerzas, limitación del apoyo logístico, mantenimiento de caminos para remover la nieve o compactarla, se requieren medios de transporte de huella ancha o sobre patines, alimentación, enfermedades, moral, etc. La infantería se agota en las caminatas sobre la nieve. Las tropas deben estar equipadas con esquíes. El personal requiere cobijo adecuado y si no se encuentra disponible deben proveerse de manera portátil. Las bajas por congelamiento pueden exceder las bajas en combate a menos que las tropas tengan la ropa adecuada, incluyendo guantes y zapatos especiales. Los heridos deben ser retirados del frente a hospitales de campaña bajo techo para evitar que hasta las heridas menores causen la muerte por exposición. Se requieren lubricantes especiales para las armas y los vehículos. Se deben proveer medios para evitar que los motores y las armas se congelen. Como ejemplo veámos algunos aspectos del fracaso alemán en Rusia.
Los resultados devastadores que resultaron de la exposición de las tropas alemanas a latitudes como las de Moscú y Leningrado, con ropa inadecuada, sin protección contra la intemperie y con fuentes de aprovisionamiento situadas a enormes distancias, fueron tan variadas que es prácticamente imposible tomar una sola batalla como ejemplo, que grafique esa situación en conjunto.
En 1941, el invierno llegó a Rusia antes de lo esperado. Al comienzo, eso no fue adverso para las tropas alemanas sino beneficioso porque acortó la época de la "Rasputitza", el período de fuertes chaparrones que dos veces al año convierte los caminos del norte y centro de Rusia en lodazales. Normalmente la nieve comienza a mediados de noviembre en el centro de Rusia y el frío intenso la segunda quincena de diciembre. Pero en 1941, la temperatura bajó a niveles bajo cero en noviembre congelando los caminos, lo que favoreció la marcha de camiones, Panzers y vehículos blindados.
Hay controversias sobre las condiciones climáticas en Rusia en el invierno de 1941-1942. El General von Bock, comandante del grupo de Ejércitos Centro, dice en su diario que el 5 de noviembre de 1941 la temperatura bajó a -29°C y Albert Seaton dice que el 24 de noviembre estaba en -30°C. Por su parte el General Zhukov dice que en noviembre las temperaturas en Moscú se mantuvieron estables entre -7° y -10°C. Otros informes del servicio de meteorología ruso dicen que en noviembre de 1941 las temperaturas en el área de Moscú fueron de -17.3°C. Otros informes indican temperaturas de -40° y al menos uno de -53°C.
Hay que tener en cuenta que los valores absolutos de temperatura son irrelevantes porque un soldado vestido inadecuadamente de hecho puede sufrir de congelamiento a temperaturas apenas inferiores a -10°C. La altura de la nieve en el área de Moscú-Leningrado según el General Emerenko fue de 70 cm a 1,5 metros. Tal cantidad de nieve dificultó la marcha de las tropas alemanas, pero también lo hizo con las tropas rusas. Al menos en Demyansk, la nieve impidió que las tropas alemanas cercadas fueran aniquiladas por los rusos quienes se vieron impedidos de poder continuar el ataque.
El exceso de confianza de Hitler le hacía pensar, que en otoño finalizaría la campaña en Rusia y que podría retirar dos tercios de las divisiones manteniendo el resto como fuerzas de ocupación en Rusia. La ropa de invierno, en número suficiente para satisfacer las necesidades de sólo un tercio de las fuerzas, llegó demasiado tarde debido a las enormes dificultades que la Wehrmacht experimentaba con el transporte. El 30 de noviembre, von Bock le informaba al Mariscal de Campo von Brauchitsch, que los abrigos de invierno para las tropas no habían llegado y que la temperatura era de -45°C.
Tres semanas después el General Guderian le informaba a Hitler que la ropa de invierno no había llegado a sus unidades y que había perdido más del doble de sus hombres debido al congelamiento, que debido a las acciones del enemigo. Esa conversación obligó al Partido Nacionalsocialista a iniciar una recolección de abrigos, en especial mantas y esquíes en las ciudades alemanas. Mientras tanto, las tropas en el Frente del Este se veían forzadas a quitarle la ropa a los cadáveres enemigos y a improvisar botas y otras medidas de emergencia.
Al finalizar el año, la Wehrmacht sufrió 100 mil casos de congelamiento, más de 14 mil con necesidad de amputación y al finalizar ese invierno las bajas alemanas sumaban 250 mil, con más del 90% por casos de congelamiento de segundo y tercer grado. A eso se sumaron miles de casos de neumonía, gripe y pie de trinchera. El impacto de esas cifras fue enorme, aunque los soviéticos habían perdido 1 millón de hombres, entre muertos, heridos y capturados para diciembre de 1941, todavía eran capaces de obtener reemplazos de su enorme población asiática. Por el contrario, las bajas alemanas, al 26 de noviembre, fue de 375 mil muertos, perdidos en acción e incapacitados y eran irreemplazables. En abril de 1942, las pérdidas alemanas fueron de 625 mil hombres.
El ejército soviético estaba mejor preparado que sus oponentes. Las tropas siberianas que atacaron a las titiritantes tropas alemanas de la 35 División de Infantería en Moscú, tenían guantes, chaquetas y pantalones acolchados, gorras de piel con orejeras y botas de fieltro. Pero la llegada del invierno a destiempo también tomó de sorpresa a los mandos soviéticos. El 9 de noviembre, el Mariscal Kirill Meretskov revisó a las tropas que habían perdido el pueblo de Tikhvin encontrando que aún tenían ropa de verano. Pero los soviéticos tenían los uniformes de invierno listos para ser distribuidos y pronto todas las tropas estuvieron ya adecuadamente equipadas.
Pese a la excelencia tecnológica de sus fuerzas mecanizadas, el ejército alemán dependía en gran medida de la tracción animal, tanto para el acarreo de artillería como para el transporte de suministros. El error fue, que los caballos utilizados eran europeos que no pudieron resitir las inclemencias del clima ni podían hacer el esfuerzo necesario para realizar el trabajo en la rasputitza y en la nieve. La mayoría de los caballos murieron por congelamiento. Por su parte, los rusos disponían de los ponies, caballos siberianos de corta alzada y extremadamente fuertes capaces de soportar las gélidas temperaturas subárticas, con sólo protegerlos del viento durante las horas de descanso. Pronto los alemanes tuvieron que echar mano a esos ponies y a los trineos rusos llamados en general “panjes” por los alemanes.
El supremo arte de la guerra es doblegar al enemigo sin luchar.
SUN TZU
SUN TZU
La fotografía aqui mostrada es una estatua que refleja el valor y experiencia ante el frío de un soldado ruso. Imagen capturada en Sofia, Bulgaria.
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